sábado, 18 de octubre de 2014

COMENTARIO MARQUÉS DE SANTILLANA. Los gozos de Nuestra Señora




















Gózate, gozosa Madre,
gozo de la humanidad,
templo de la Trinidad
elegido por Dios Padre.
Virgen que por el oído                              05
conçepisti,
gaude, Virgo, Mater Christi
e nuestro gozo infinido.

Gózate, luz reverida,
segund el Evangelista,                               10
por la madre del Baptista
anunçiando la venida
de nuestro gozo, Señora,
que traías;
vaso de nuestro Mexías,                            15
gózate, pulcra e decora (...)



Durante los dos últimos años de su vida, don Iñigo López de Mendoza, cultivó poesía religiosa, consciente, quizás, de que se encontraba en la etapa final de su vida. Y a esta etapa pertenece el poema de los Gozos de Nuestra Señora.
     La temática mariana es la más recurrente dentro de la poesía religiosa del Marqués, quien, por otra parte, siempre se mostró devoto de la Virgen, hasta tal punto que ella formaba parte de su divisa: Dios e Vos.
     El tratamiento del tema será esencialmente lírico, encontrándonos ante una canción de alabanza; una oración piadosa, colmada de epítetos y aposiciones de exaltación, en la que se celebran y vigorizan los méritos de la Virgen.
     El motivo de los «gozos de la Virgen» (ya tratado en Berceo o el Arcipreste de Hita, por ejemplo) está inspirado en la meditación sobre los misterios gozosos de la Virgen, particularmente fomentados por la orden franciscana.
Estos “gozos” refieren  la vida de la Virgen y su presencia en los evangelios, haciendo énfasis en los momentos de mayor protagonismo de la madre de Dios. Literariamente, al hablar de “gozos”, estamos refiriéndonos a una composición poética en alabanza a la Virgen o a los santos, la cual se divide en coplas, después de cada una de las cuales es repetido un mismo estribillo. La tradición franciscana solía presentar siete gozos (como las horas canónicas): Anunciación, Visitación, Nacimiento, Adoración de los Magos, Resurrección, Ascensión y Asunción, si bien también los encontramos en número de cinco (como las llagas de Cristo) en Berceo. El Marqués, en cambio, nos ofrecerá una versión ampliada con doce gozos, por lo que se intercalan ahora otros episodios sagrados como el de la Presentación en el templo, la Huida a Egipto, la Disputación con los doctores, la Bodas de Canaán y la Decensión del Espíritu Santo (motivos probablemente tomados de los libros de horas de la época).
     El poema comienza con un exordio dirigido a la Virgen (Gózate, gozosa Madre) que es invitación a la alegría del ánimo. Este imperativo funcionará a modo de estribillo durante todo el poema, a la vez que nos sitúa ante una positividad ante el esfuerzo del vivir, extensible como ejemplo al común de los mortales. Debemos estar contentos, la Virgen tiene que estar contenta, puesto que ese esfuerzo ha merecido la pena. Continúa esta primera estrofa situando a la Virgen como templo, como cobijo, donde morará la Santa Trinidad  y posteriormente pasa a señalar el episodio bíblico de la anunciación en el que María queda enterada de su próximo embarazo y de que dará a luz al hijo de Dios. Santillana se apoya en estos versos del himno latino «Gaude, Virgo, Mater Christi», del siglo XII, sirviendo el verbo concepisti como transición para llevarnos a una especie de argamasa latino-castellana (Virgen, que por el oído / concepisti / gaude, Virgo, Mater Christi).
     Curiosamente la concepción se sitúa en el oído de la Virgen. Sería conveniente detenerse en este detalle, ya que en la plástica medieval era común representar al Espíritu Santo  transfigurado en paloma y entrando en el oído de María, lo que derivaría en una distorsión de la alegoría hasta quedar fijado que la concepción se realizó a través de él... Y esto nos llevará al final de esta primera estrofa, en la que Santillana agradece y se contagia del gozo eterno que este hecho le produjo a la humanidad.
     La segunda estrofa retoma, a modo de estribillo, el “Gózate” con el que se abría el poema para, seguidamente, reverenciar y exaltar la cualidad de luz esencial que Santillana atribuye a la Virgen. A continuación, se refiere la dignidad que conllevó para la Virgen el ser anunciada por la madre de Juan el Bautista como el receptáculo de la divinidad del Mesías. Este hecho vuelve a impulsar al gozo en el último verso donde la pulcritud y el decoro en lo referente a la concepción de la Virgen son puestos de relieve, cómo no, como materia para otra nueva alabanza. Aquí nos encontramos ante un rasgo distintivo del género como es la repetición de la plegaria tras cada gozo.
     En cuanto a la métrica elegida por don Iñigo para estas dos estrofas del poema, estamos ante una copla castellana de ocho versos y cuatro rimas consonantes, en la que el verso octosílabo se complementa con el quebrado de cuatro sílabas en el sexto verso, lo que, en su conjunto intensificará el ritmo y la musicalidad del poema.
     Por lo que respecta a la galería de recursos empleados por el Marqués, cabría destacar las bellas metáforas (luz reverida, nuestra claror, pulcra e decora), así como la presencia de epítetos y exaltaciones empleados al invocar a la Virgen. Del mismo modo, se detecta la utilización del recurso denominado polípote, que en este caso consistiría en la representación en el poema de diversas formas derivadas del verbo gozar (gózate, gozosa, gozo). También es notorio el uso de la primera persona del plural en  la parte final de cada estrofa, con esto del orador nos hace partícipes de sus rezos.


   Partiendo del tópico horaciano ut pictura poesis, inspirado en Simónides de Ceos, por el cual la poesía es una pintura que habla, al tiempo que la pintura es una poesía que calla, nada mejor que el retablo de Los Gozos de Santa María, para percibir cómo ambas disciplinas, ilustran perfectamente los sentimientos e inquietudes del Marqués, que al mismo tiempo que se mostraba como persona devota y noble caballero al servicio de su rey, sin dejar por ello de ser una persona con un elevado bagaje intelectual y humanístico. Esta obra, la primera documentada del artista hispano-flamenco castellano Jorge Inglés, la mandó hacer el primer marqués de Santillana para la capilla del Hospital de Buitrago (Madrid), fundado por él. En la citada obra observaremos que sobre la predela con los cuatro padres de la Iglesia, don Íñigo y doña Catalina, acompañados por un escudero y una doncella, están arrodillados ante una talla de la Virgen. En el cuerpo superior están representados doce ángeles que portan unos pergaminos que contienen los textos de los Gozos de Nuestra Señora escritos por el Marqués, prueba de su devoción a ella, por lo que en esta ocasión su poesía calló para que la pintura de Inglés proclamase la inmortalidad de los versos.
   


Ángel González González